Estar encerrados tiene sus cosas buenas. Una de ellas es tener tiempo para conversaciones con gente con la que habías perdido el contacto por falta de tiempo en tu día a día. Charlas que se inician con un ¿Cómo vas? ¿Está bien, y los tuyos? Y que sin casi darte cuenta llega la hora de cenar con un montón de ideas y proyectos en tu cabeza ¿No os ha pasado?
Una de esas me ocurrió hace unos días. Me dio tal hostia de dura realidad que aún estoy temblando. El resumen rápido es que le trasladé que ya me había retirado del deporte, que no tenía ganas de embarcarme de nuevo en una industria que me había engañado más que proporcionarme beneficios económicos en relación con las horas invertidas, aunque sí beneficios sociales y personales lo reconozco. Y la respuesta fue que el deporte va a entrar en una época muy dura, donde van a desaparecer muchos clubes o lo van a pasar muy mal, y lo que se necesita es gente como tu (me dijo) que ya lo has hecho otras veces, que ha reinventado la forma de hacer y sentir los clubes deportivos. Me sentí abrumado, expresé que me tenía en demasiada estima, pero cuando empezó a enumerar los logros (no éxitos deportivos), si no las cosas que había conseguido y lo feliz que había hecho a mucha gente, pufff, me dejó tocado.
Antes de despedirnos, y emplazarnos a tener una nueva conversación pronto, me insistió en ello, tenía que volver al deporte.
Así que en esas estoy, dándole vueltas. Leyendo artículos relacionados con la industria del deporte como hacía años que no hacía la verdad. Sobre marketing, sobre comunicación, sobre nuevas tecnologías… en definitiva sobre gestión deportiva de clubes. Porque vienen años difíciles donde los ingresos tradicionales de las entidades deportivas no van a llegar. Toca pensar, toca estructurar y gestionar diferentes formas de desarrollar el negocio de los clubes deportivos.
La verdad, me gustan los retos. Cuando he hecho algo ha sido cuando he estado motivado. Cuando he creído que podía aportar y hacer feliz a otra gente, porque entiendo el deporte así. Y viendo la tormenta perfecta que se fragua sobre nuestras cabezas, pues igual, viejo amigo, tengas razón y pueda ayudar a reconstruir. ¿Es un verdadero reto no?