David Beckham puso fin a su etapa como jugador en la Major League Soccer (MLS) para finalizar su exitosa carrera deportiva en el PSG, con el que conquistó la liga, un buen colofón para una carrera que le llevó a jugar en varios de los mejores equipos del mundo, como Manchester United, Real Madrid o Milan.
El centrocampista ha sido un ejemplo dentro y fuera del campo, como lo demuestran sus cuentas: ingresó 46 millones de dólares en 2.011, mientras que en 2.012 logró 50.6, con la publicidad y el marketing como grandes fuentes de dinero. Superó incluso a Messi y Cristiano Ronaldo.
Los patrocinadores no olvidan al británico, todo un emblema para Adidas, H&M, Diet Pepsi, Samsung o Sainsbury’s, y que sigue siendo embajador de la liga china mientras planea un nuevo reto: volver a la MLS como propietario de una franquicia.
Beckham está trabajando con el empresario boliviano Marcelo Claure para retomar un viejo proyecto que contó con el apoyo del FC Barcelona: llevar un equipo de fútbol que juegue en la competición norteamericana a Miami.
El que fuera futbolista franquicia de los Galaxy parte en su nueva empresa con la ventaja de disponer de un precio preferente, cercano a los 25 millones de dólares, para hacerse con un equipo. Pero le ha salido competencia: la de un grupo inversor cuya cabeza visible es el financiero italiano Alessandro Butini.
Para la MLS es fundamental que los equipos dispongan de un estadio propio, y en ello están trabajando los de Butini, que se han asociado con la Universidad de Miami para su diseño, que será presentado el 2 de diciembre, aunque han hecho públicas algunas propuestas como ésta.
La lucha por lograr la franquicia del sur de Florida está servida, que haría retornar el fútbol a una ciudad que “por su clima, su gente, la diversidad de culturas” se lo merece, destaca el inversor italiano. El anterior equipo, Miami Fusion, que desapareció en 2.001, fue capaz de llevar a una media de 11.177 espectadores al estadio en su última temporada.